«Mi Buenos Aires querido…»

«Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver, no habrá más penas ni olvido…», cantaba Carlos Gardel en uno de sus famosos tangos con letra de Alfredo Le Pera. No bailé tango pero, después de mi segunda visita a la capital de Argentina, tengo que admitir que me gusta Buenos Aires.

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PLAZA DE MAYO

La ciudad porteña ha sido la primera y la última etapa de un recorrido que me ha llevado a Bariloche, Chiloé, Pucón, Santiago, Valparaíso, San Pedro de Atacama y Colonia del Sacramento.

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AVENIDA 9 DE JULIO

Cuando se llega al centro de Buenos Aires desde el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, o de Ezeiza, nos damos cuenta de que estamos ante una de las aglomeraciones urbanas -el Gran Buenos Aires- de mayor tamaño de toda Latinoamérica, con permiso de Ciudad de México y Sao Paulo.

Así, aunque la población de la ciudad se sitúa en torno a los tres millones de habitantes, esta cifra se dispara hasta los aproximadamente trece millones si se incluye el entorno metropolitano.


Un taxi oficial -Taxi Ezeiza- desde el aeropuerto hasta el centro cuesta 650 pesos (39 euros).


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AVENIDA CORRIENTES

La arquitectura que engalana buena parte del centro de la ciudad, con edificios de estilos art decó, art nouveau o francés borbónico, la ha hecho acreedora del título de la París de América.

Para tomarle el pulso a Buenos Aires  es una buena idea buscar alojamiento en el entorno de la Avenida Corrientes, pues es una zona muy céntrica y al estar jalonada de teatros vamos a encontrar multitud de restaurantes para comer y cenar a cualquier hora del día.

Dos buenas opciones para agarrar un bocado rápido, y con larga tradición, son la Pizzería Güerrin, local abierto en 1932 por un inmigrante genovés que, según reza un cartel en su interior, ha servido más de 25 millones de pizzas hasta 2015; y La Americana, «primera casa de empanadas de Buenos Aires», en activo desde 1935.

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PLAZA GENERAL LAVALLE

Iconos de Buenos Aires

La ciudad fue objeto de dos fundaciones. La primera de ellas tuvo lugar en 1536 cuando Pedro de Mendoza estableció el primer asentamiento al que llamó Ciudad del Espíritu Santo y Puerto de Nuestra Señora del Buen Ayre. Pero las penalidades que pasaron los primeros pobladores y los conflictos con la población nativa provocaron su abandono cinco años después.

No sería hasta 1580 cuando se produce la fundación definitiva de la mano de Juan de Garay, esta vez con el nombre de Ciudad de Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Ayres.

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EL OBELISCO EN LA PLAZA DE LA REPÚBLICA

No hay mejor modo de comenzar nuestra visita que en uno de los lugares icónicos de la capital porteña: el Obelisco, en la Plaza de la República, que fue erigido precisamente para conmemorar el cuarto centenario de la primera fundación de la ciudad y se inauguró un 23 de mayo de 1936.

El Obelisco está en medio de la Avenida 9 de julio, la calle más ancha del mundo si pasamos por alto que en realidad son tres ya que los carriles al oeste pertenecen a la calle Cerrito y los del este a Carlos Pellegrini.

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CASA ROSADA EN LA PLAZA DE MAYO

Desde el Obelisco, la Avenida Presidente Roque Sáenz Peña nos lleva directos a otro de los lugares más reconocibles de la capital argentina, la Plaza de Mayo, emplazamiento de la Casa Rosada.

En la misma plaza, es visita ineludible la Catedral Metropolitana, un edificio neoclásico del siglo XVIII cuya fachada se asemeja más a un templo griego que a un templo católico. Su interior alberga la tumba del General San Martín, libertador de la Argentina.

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CATEDRAL METROPOLITANA DE BUENOS AIRES

En la plaza hay un obelisco que conmemora la constitución de la Junta de Buenos Aires el 25 de mayo de 1810, que juró lealtad al rey Fernando VII, quien había sido depuesto del trono en mayo de 1808 tras la invasión francesa y posterior proclamación de José Bonaparte. La Junta sería en definitiva el primer paso para la independencia de Argentina.

Desde la plaza, merece la pena recorrer en su integridad la Avenida de Mayo, un paseo que nos transporta a un bulevar de París o a la mismísima Gran Vía madrileña por la arquitectura de sus edificios, de notable influencia europea.

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OBELISCO DE LA PLAZA DE MAYO

Otro de los edificios emblemáticos de Buenos Aires es el Teatro Colón, inaugurado en 1908 con una representación de la ópera Aida de Verdi.

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TEATRO COLÓN

No hay que desperdiciar la oportunidad de realizar una visita guiada del teatro, la cual nos llevará por el lujoso interior hasta el palco oficial donde podemos admirar la rica ornamentación de la sala principal.


Se pueden hacer visitas guiadas del Teatro Colón de 9:00 a 17:00 con un coste de 250 pesos (15 euros) aunque el horario podría ser modificado en virtud de las funciones programadas.


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TEATRO COLÓN

Tampoco nos podemos ir de Buenos Aires sin visitar el Cementerio de la Recoleta. Aquí se encuentran enterrados numerosas personalidades del país aunque casi todos queremos acercarnos a la tumba de Evita Perón (1919-1952), probablemente más por tratarse de una figura mítica que por un conocimiento profundo de lo que representó su persona para Argentina.

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CEMENTERIO DE LA RECOLETA

Lo mejor es localizar la tumba de Evita y posteriormente perdernos entre los pasillos descubriendo un sinfín de tumbas monumentales y parándonos en aquellas que más llamen nuestra atención.

Avenida de Mayo

Si recorremos la Avenida de Mayo desde la plaza homónima, la primera parada la podemos hacer en la estación del Subte Perú, que conserva su mobiliario y decoración original. Es como viajar hasta 1913, año de su inauguración. Es la primera estación de la línea A del subterráneo más antiguo de Sudamérica.

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ESTACIÓN DEL SUBTE PERÚ

Para viajar en Subte necesitamos la tarjeta electrónica SUBE que podemos adquirir en las estaciones del metro. La tarjeta cuesta 25 pesos y el viaje en Subte 7,5 pesos. Puede ser utilizada por varias personas. También nos sirve para viajar en tren y en la red de autobuses urbanos. También podemos hacernos con la tarjeta SUBE de manera gratuita presentando nuestro pasaporte en alguno de los 8 Centros de Atención al Turista que hay repartidos en el centro de la ciudad.


Esta calle hay que caminarla sin prisas y mirando hacia arriba para disfrutar de su vistosa arquitectura. En la primera cuadra se encuentra la actual Casa de la Cultura, sede de La Prensa donde podemos asomarnos para echar un vistazo en su interior.

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CASA DE LA CULTURA, EDIFICIO DE LA PRENSA

Para hacer una pausa y tomar un café no hay mejor lugar que el Café Tortoni, lugar lleno de historia que ha sido testigo de lo acaecido en la ciudad desde 1858. También nos podemos asomar a Los 36 billares (una vez que hemos cruzado nuevamente la Avenida 9 de julio), inaugurado en 1894, que también se convirtió en lugar de reunión de personajes del mundo del arte y la cultura.

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CAFÉ TORTONI

Más adelante nos topamos con el Hotel Castelar, donde se hospedó Federico García Lorca durante su periplo bonaerense.  Una placa en el exterior nos lo recuerda. Nada nos impide curiosear por el lobby.

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PALACIO BAROLO

A continuación nos encontramos con una de las construcciones más fascinantes de la Avenida de Mayo: el Palacio Barolo, construido por el arquitecto italiano Mario Palanti en la década de los veinte puesto a las órdenes del rico comerciante Barolo.


La visita guiada del Palacio Barolo cuesta 220 pesos (13 euros) y dura una hora y media.


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PALACIO BAROLO

El guía nos explica la simbología masónica de la construcción y sus constantes referencias a la Divina Comedia de Dante. Además, descubrimos muchas curiosidades como que se alza sobre un solar de 1370 metros cuadrados en el números 1370 de la avenida. Si esto no fuera suficiente, solo por las vistas desde los balcones del piso 14 merece la pena.

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Finalmente, la Avenida de Mayo acaba en la Plaza Mariano Moreno, que forma un todo con la Plaza del Congreso, donde cambia de nombre y pasa a llamarse Avenida Rivadabia. Aquí se ubica el Congreso de la Nación Argentina, bicameral ya que alberga el Congreso y el Senado.

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PLAZA DEL CONGRESO

Si caminamos un par de cuadras más por Rivadabia llegamos hasta el Café de los Angelitos (abierto en 1890), otra de esas cafeterías con encanto de las que tanto abundan en Buenos Aires. También tienen un salón donde hacen espectáculos de tango.

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CAFÉ DE LOS ANGELITOS

La Boca

El barrio de La Boca con sus pintorescas casas de colores es otro de los lugares por los que, a buen seguro, pasearemos durante nuestra estancia en Buenos Aires. Aunque la enorme afluencia de turistas en algunos puntos nos puede llegar a agobiar por momentos y le resta autenticidad.

Fue precisamente La Boca el asentamiento original elegido por Pedro de Mendoza en la primera fundación de Buenos Aires. Posteriormente, se convirtió en el puerto de la ciudad.

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LA BOCA

La calle más pintoresca es El Caminito, llena de restaurantes y tiendas de recuerdos donde también nos podemos tomar una foto con las parejas que están bailando tango. Es una calle bonita y animada donde los antiguos conventillos han sido transformados en galerías de arte y comerciales de venta de souvenirs.

La calle lleva el nombre del popular tango Caminito desde 1959 por iniciativa del pintor Benito Quinquela Martín, quien fue responsable junto a otros vecinos del barrio del rescate de esta vía a mediados del siglo XX.

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LA BOCA

Los conventillos eran casas de vecindad donde las familias se hacinaban en condiciones precarias y la colorida imagen que presentan se debe a las vicisitudes de su construcción ya que los inmigrantes que se establecieron aquí pintaban sus casas con la pintura que sobraba en los astilleros. De ahí, su aspecto característico.

Si queremos alejarnos de la vorágine de turistas de El Caminito una buena opción es pasear sin rumbo fijo por otras calles cercanas para empaparnos del ambiente que se respira en este barrio con personalidad propia.

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ESTADIO DEL BOCA JUNIORS

Los futboleros tienen una cita obligada con el estadio del Boca Juniors, conocido como La Bombonera, inaugurado en 1940. Eso sí, si alguien quiere comprar un recuerdo del equipo que no se le ocurra entrar en la tienda oficial con una camiseta de otro equipo. Un cartel en la entrada nos avisa de ello.

Tradición y modernidad

Una tarde la podemos dedicar a recorrer San Telmo y Puerto Madero. Así podemos ver el contraste del barrio más tradicional de la ciudad con el más moderno. Desde la Plaza de Mayo si tomamos la calle Defensa llegamos hasta la Plaza Dorrego, centro de San Telmo, donde hay un mercadillo y numerosas cafeterías y restaurantes.

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MAFALDA

Antes de llegar, en la esquina de Defensa con Chile no podemos dejar de saludar a Mafalda, que es la primera parada del Paseo de la historieta, un recorrido por alguno de los personajes más representativos del humor gráfico argentino. Además, podemos dejar pasar el tiempo curioseando en alguna de las tiendas de antigüedades que pueblan el barrio.

En San Telmo, en la esquina de Balcarce con Independencia, está el Viejo Almacén, que ofrece espectáculos de tango desde 1969.

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PUERTO MADERO

Por su parte, Puerto Madero funcionó como el puerto de la ciudad de Buenos Aires desde su inauguración a finales del siglo XIX hasta que fue abandonado pocos años después incapaz de dar cabida a los buques de mayor calado. Posteriormente, la zona se degradó hasta su recuperación en la década de los noventa del siglo pasado.

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PUERTO MADERO

Desde entonces, la imparable actividad constructiva ha convertido el barrio en una zona residencial exclusiva con enormes torres de viviendas, a cada cual más alta, y complejos de oficinas, así como numerosos restaurantes y lugares de ocio.

En Puerto Madero podemos visitar dos barcos museo que se encuentran anclados en su dársena: la Corbeta Uruguay, botada en 1874 y covertida en museo en 1960, y la Fragata Sarmiento, que empezó a surcar los mares en 1897 y se jubiló como museo en 1962.

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