Apenas cincuenta kilómetros separan Colonia del Sacramento de Buenos Aires, ciudades ubicadas en orillas opuestas del Río de la Plata, el más ancho del mundo. No obstante, el excelente servicio de ferries que comunica la capital de Argentina con Uruguay hace que esa distancia se salve en una hora y cuarto.
Hay dos empresas que realizan este trayecto, Buquebus y Colonia Express, y ambas parten de Puerto Madero, la primera de la Dársena Norte mientras que la segunda lo hace de la Dársena Sur. Si reservamos con suficiente antelación nos saldrá más barato viajar con Colonia Express pues la tarifa base es de 1120 pesos (66 euros) ida y vuelta en el mismo día. Mientras que el billete con Buquebus parte de 1.331 pesos (78 euros), saliendo en ambos casos a primera hora de la mañana y regresando a última hora de la tarde.

El barrio histórico de Colonia del Sacramento fue inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial por la Unesco en 1995 y es una auténtica delicia pasear por sus calles. De hecho, es una excursión de un día que podemos hacer desde Buenos Aires como fue mi caso.
Yo tomé el ferry de Buquebus y aunque era jueves iba bastante lleno. Todos los trámites de inmigración se realizan en el puerto de salida y son bastante rápidos. Aún así es aconsejable acudir a la terminal con suficiente antelación por si ocurriera cualquier eventualidad.
Los asientos no están asignados por lo que la gente forma una fila para abordar con bastante antelación -esto también suele ocurrir en los aeropuertos y es algo que nunca he entendido porque en ese caso nadie te va a quitar tu sitio porque están numerados- pero no es un crucero panorámico así que no merece la pena gastar energía para sentarnos al lado de una ventana que lo único que nos va a mostrar durante todo el camino son las aguas marrones del Río de la Plata.
Con Buquebus podemos cambiar divisas a bordo pero mejor que no lo hagamos porque en la terminal de llegada hay una oficina de cambio con un tipo más ventajoso.

Colonia del Sacramento fue fundada por el militar portugués Manuel Lobo en el año 1680 pero al poco tiempo el gobernador de Buenos Aires, que veía el enclave como una amenaza, reunió un ejército y expulsó a los portugueses. Sin embargo, España cedió a las protestas de Portugal y renunció a Colonia, que fue reconstruida por los portugueses y se convirtió desde entonces en un importante centro de contrabando.
Hoy día, el centro histórico, que ocupa una pequeña península que se adentra en el río, conserva un encanto especial, como detenido en el tiempo, a pesar de que no posee grandes obras arquitectónicas de la época colonial.
Durante más de un siglo, portugueses y españoles se disputaron esta plaza, que iba intercambiando de manos en función de los intereses geopolíticos de las dos potencias coloniales, incluso estuvo bajo dominación inglesa por un breve periodo a inicios del siglo XIX, hasta que finalmente en 1828 pasó a formar parte de Uruguay.

El puerto está a un corto paseo del barrio histórico. De hecho, tan solo tenemos que caminar unos metros desde la terminal hasta la calle que porta el nombre del fundador, Manuel Lobo, la cual nos llevará directamente hasta el Portón de Campo, la entrada a la ciudad.
Aquí podemos ver un tramo de la antigua muralla que cerraba Colonia por el este ya que el resto de flancos estaban protegidos de manera natural por el río. Al sur está el Bastión de San Miguel y al norte el Bastión del Carmen, convertido ahora en un teatro que ha incorporado parte de la construcción antigua.

El centro histórico es pequeño y el trazado irregular de las calles invita a recorrerlo sin prisas y sin un orden en particular. Así, es probable que en nuestro deambular acabemos una y otra vez bien en la Plaza Mayor bien en la Plaza de Armas.
Una de las primeras calles que nos encontramos tras atravesar el Portón de Campo, a mano izquierda, es el Calle de los Suspiros, sin lugar a dudas una de las más pintorescas si no la que más y cuya sola mención evoca tiempos pretéritos.

Un poco más adelante, en la Plaza Mayor, está el Faro, enclavado en lo que fuera el Convento de San Francisco, del siglo XVII, del que tan solo quedan en pie restos de dos de sus muros.

Desde lo alto vamos a disfrutar de una excelente panorámica de Colonia y del Río de la Plata. Eso sí, como no podía ser de otro modo no hay ascensor así que toca hacer piernas. Las vistas desde su terraza lo merecen.
El faro se construyó a mediados del siglo XIX y para subir tenemos que pagar 25 pesos (0,80 euros).

En la Plaza Mayor nos encontramos también con varios museos: el Portugués, el Municipal y la Casa de Nacarello.
El Sistema de Museos de Colonia nos permite visitar ocho museos con una sola entrada, cuyo coste es de 50 pesos (1,60 euros), que podemos adquirir en el Museo Municipal.
Es posible que algún museo no esté accesible en el momento de nuestra visita, como el Museo Español en mi caso, que está ubicado en un conjunto de casas de la primera mitad del siglo XVIII.

De todos modos, no tenemos que visitar todos y cada uno de ellos. Yo entré al Museo Portugués, una casona del siglo XVIII que conserva en su colección el escudo original del Portón de Campo; la Casa de Nacarello, que nos muestra en un par de estancias el modo de vida en tiempos de la colonia; el pequeñito Museo del Azulejo; y el Municipal, con una ecléctica colección de objetos arqueológicos e históricos.
La otra gran plaza del centro es la de Manuel Lobo, la antigua Plaza de Armas de Colonia que ahora recibe el nombre de su fundador. Aquí podemos ver los cimientos de las antiguas edificaciones como resultado de los trabajos arqueológicos que se desarrollaron entre 1990 y 1993, durante los cuales también se recuperaron numerosos vestigios de los siglos XVII y XVIII.

En este lugar se levantó la que fue casa de los gobernadores portugueses, según se ha podido deducir de planos fechados entre 1731 y 1762. La lujosa construcción sufrió el expoli0 de Cevallos, el primer virrey español del Río de la Plata, quien se llevó a Buenos Aires todos sus muebles y buena parte de los materiales de construcción, tras lo cual la desaparición del edificio se volvió inevitable.
En la plaza también se encuentra la que es considerada como iglesia más antigua de Uruguay, la Basílica del Santísimo Sacramento. La primera piedra se puso en 1680 aunque la que vemos hoy día es fruto de varias reconstrucciones posteriores. El interior es bastante austero.

También es agradable caminar, si el viento nos concede una tregua, por el Paseo de San Gabriel, junto al río. Desde aquí llegaremos al pequeño muelle y un poco más adelante nos topamos con la Feria de Artesanías, donde podemos comprar algún recuerdo del viaje.

El billete de los autobuses urbanos de Colonia cuesta 21 pesos (0,70 euros). No necesitamos comprar previamente ninguna tarjeta pues lo pagamos al subir.
A las afueras de Colonia queda la antigua Plaza de Toros, que está en la zona conocido como Real de San Carlos, cuyo nombre fue dado por los españoles en honor al rey Carlos III durante el sitio de 1761.
La Plaza de Toros está considerada como Monumento Histórico Nacional y merece la pena que nos acerquemos para caminar a su alrededor ya que no está abierta al público y está cercada por una valla que nos impide el paso. Lo cual no es impedimento para admirar su arquitectura, con un armazón de hierro, de diseño inglés, que recuerda al diseño de clásico de las estaciones de tren. Tenía capacidad para 8.000 espectadores.

La plaza se inauguró el 9 de enero de 1910 con una corrida de los toreros españoles Ricardo Torres, alias Bombita, su hermano Miguel Torres, Bombita Chico, y el rejoneador Mogador de Cobas, todos de origen español. En este escenario también cantó Carlos Gardel.
Ese mismo día se abrió el Hotel Casino de Real de San Carlos, al que llegaba un tren directamente desde el muelle. Pero la iniciativa no tuvo el éxito esperado porque Argentina impuso una tasa de 10.000 pesos a todos los barcos que tocaran en puertos donde hubiera centros de juego.
Cerca de la Plaza de Toros y junto al Hipódromo se encuentra el Frontón Euskaro, protegido también como Monumento Histórico Nacional, y también inaugurado en 1910. Es el más grande de Sudamérica y en 1974 acogió el Mundial de Pelota Vasca.

Por último, no nos podemos marchar de Colonia sin probar un clásico uruguayo, el Chivito, que podemos degustar en sándwich o al plato acompañado de patatas. Básicamente, es un filete de ternera con jamón cocido, bacon, huevo y ensalada.
Hola amigo, que te puedo decir extraordinario tu blog, todo un guía de turista profesional.
Te estimo mucho ,😊😉🙅🏻que sigas viajando y que nos sigas ilustrando todos estos bellos lugares un saludo ,desde México 🇲🇽.
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Gracias! Aquí seguiré relatando mis experiencias viajeras para todos los que quieran leerme
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[…] La ciudad porteña ha sido la primera y la última etapa de un recorrido que me ha llevado a Bariloche, Chiloé, Pucón, Santiago, Valparaíso, San Pedro de Atacama y Colonia del Sacramento. […]
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