Llegar a Chile navegando los lagos desde San Carlos de Bariloche es una experiencia única que nos permite admirar en su plenitud la naturaleza de estas latitudes. El viaje comienza a las 8 de la mañana en Bariloche y acaba entorno a las 7 de la tarde en Puerto Varas.

Incluso en un día cubierto de nubes y con algo de lluvia como fue el que yo difruté, es imposible permanecer sentado porque la naturaleza nos llama para que disfrutemos de ella desde la cubierta del barco, sintiendo el frío y el viento en el rostro rodeados de montañas.
Solo hay una empresa que hace el Cruce de los Andes, Turisur, así que es recomendable hacer la reserva con antelación para asegurarnos de tener plaza el día previsto. El precio para los extranjeros es de 4.480 pesos (275 euros).

El primer tramo nos lleva en autobús desde Bariloche hasta Puerto Pañuelo donde hacemos los trámites de embarque y facturación de equipaje. En este momento ya nos desentendemos de nuestras maletas hasta que entremos en Chile.

La primera de las navegaciones corresponde a uno de los brazos del Lago Nahuel Huapi, el Brazo Blest, hasta Puerto Blest, a lo largo de la cual nos toparemos con la pequeña Isla Centinela, donde está enterrado el Perito Moreno (Francisco Pascasio Moreno), naturalista y geógrafo que tuvo un papel protagónico en la demarcación de la frontera con Chile.

En Blest un pequeño recorrido en autobús nos lleva hasta el siguiente punto de embarque en Puerto Alegre, para navegar el más pequeño de los tres lagos, el Frías. Es un recorrido espectacular ya que el lago está encajonado entre montañas.

Una vez en Puerto Frías se realizan los trámites de aduana para salir de Argentina que se demoran un poco. Después, otro bus atraviesa la selva valdiviana hasta Peulla donde toca hacer los trámites de entrada en Chile.

Es en este recorrido por carretera cuando cruzamos físicamente la frontera entre ambos países y dejamos así atrás el Parque Nacional Nahuel Huapi (Argentina) para continuar por el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales (Chile).

En el puesto fronterizo de Peulla se revisan los equipajes pero no tenemos más que identificar nuestras maletas y abrirlas porque luego se encargan de cargarlas en el barco. Aquí, disponemos de tiempo para comer antes de afrontar el último tramo de navegación por el Lago Todos los Santos, ya bajo bandera chilena. En el restaurante del único hotel que hay no aceptan pesos argentinos pero sí euros y dólares por lo que conviene tenerlo en cuenta antes de ordenar la comida.

Navegando el Lago Todos los Santos podemos disfrutar del paisaje con cascadas que se van formando por el deshielo y al final del recorrido, cuando nos aproximamos a Petrohué, si las nubes lo permiten nos recibirá la imponente presencia del volcán Osorno.

A este respecto, yo no tuve demasiada suerte porque el día empezó bastante cubierto y las nubes no levantaron durante toda la travesía así que me tuve con conformar con atisbar la faldas del coloso cubiertas de nieve.

En Petrohué se toma el último autobús que nos lleva bordeando el Lago Llanquihue hasta Puerto Varas con una parada en el camino para asomarnos al río Petrohué. La carretera en este tramo estaba cubierta de ceniza, testigo de la erupción del volcán Calbuco en 2015.

Finalmente, en Puerto Varas el autobús no para en todos los hoteles, por lo que si nos hospedamos lejos del centro tendremos que tomar un taxi hasta nuestro alojamiento porque el transporte solo tiene una serie de paradas designadas. No obstante, si nuestro hotel es céntrico habrá alguna parada que nos venga bien.

Puerto Varas es un destino de turismo de naturaleza importante en Chile por su cercanía al Parque Nacional Vicente Pérez Rosales y al volcán Osorno donde hay una estación de esquí.
Aunque solo hagamos una noche tras el cruce andino no podemos dejar de pasear unas horas por el centro para disfrutar de su bonita arquitectura con influencias alemanas, con mención especial a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, de clara inspiración germana, fruto de la colonia de alemanes que se asentó aquí a mediados del siglo XIX.

[…] Además, tenía pendiente una cita con el volcán Osorno, que me fue esquivo durante el cruce andino. Esta vez no me defraudó pues allí estaba su imponente figura dominando el Llanquihue en toda su […]
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