Impresiones de Tokio

Tokio es una ciudad inabarcable en un puñado de días y después de pasar allí cuatro noches tengo la impresión de que tan solo arañé su superficie. La objetividad de los datos constata la ardua tarea a la que nos enfrentamos ya que Tokio es, con sus trece millones de habitantes, una de las mayores metrópolis del planeta.

PANORÁMICA DESDE TOKYO SKYTREE

Pero si incluimos a todos los habitantes de su área metropolitana la cifra asciende a unos apabullantes treinta y ocho millones, los cuales representan aproximadamente al treinta por ciento de la población de todo Japón, que supera los 126 millones.

No obstante, a ras de suelo me pareció una ciudad tremendamente accesible y amable. Una imagen que no encajaba con la que me había forjado en mi mente de jungla de cemento y cristal poblada por rascacielos, a pesar de que estos están presentes en buena parte de su superficie, y donde autopistas elevadas a modo de arterias distribuyen el tráfico.

SHINJUKU

De hecho, este Tokio más accesible es el que nos vamos a encontrar una vez que dejamos atrás las principales zonas comerciales o de entretenimiento de la ciudad, o si nos adentramos en alguna de las calles que corren perpendiculares a las vías principales.

La primera duda que nos asaltará a la hora de planificar nuestro viaje es en qué zona elegir el hospedaje. Teniendo en cuenta las completas y eficientes redes de metro y tren es una buena idea huir de las zonas más turísticas porque así encontraremos opciones de alojamiento con mejor ratio calidad precio. La zona de Akasaka funcionó muy bien en mi caso y probablemente la volvería a elegir al estar relativamente céntrica, ser tranquila y contar con muchas opciones para comer o cenar llegado el caso.

PARQUE INFANTIL EN AZUMABASHI

Si vamos caminando desde Senso-ji, en Asakusa, hasta Tokyo SkyTree tendremos la oportunidad de ver los contrastes que mencioné con anterioridad. Durante este trayecto tuve la ocasión de pasear por barrios residenciales con un aspecto de pequeña ciudad, con viviendas de pocas alturas y apenas tráfico donde son precisamente los edificios altos los que se sienten fuera de lugar. Son estos contrastes los que me fascinaron diariamente durante mi breve estancia en Tokio.

Otra de las cosas que me gustaron de Tokio es que tiene numerosas torres con miradores desde donde es posible observar la inmensa mancha urbana que es la capital nipona a vista de pájaro. Tengo debilidad por contemplar las ciudades desde las alturas y Tokio es un lugar perfecto para ello.

PANORÁMICA DESDE TOKYO SKY TREE

Tokyo SkyTree, que es con 634 metros la torre de televisión más alta del mundo, nos regala unas soberbias vistas de la ciudad.


Las colas son inevitables a la hora de subir al mirador de Tokyo SkyTree pero para hacer valer el dicho de que «el tiempo es oro» podemos comprar el Fast SkyTree ticket que vale 3.000 yenes (23 euros) frente a los 2.060 yenes (16 yenes) de la entrada regular y así el tiempo de espera será menor


También subí a la más clásica Tokyo Tower, que tiene 333 metros de altura y también ostenta un récord al ser la torre de acero más alta del mundo. Además, cuando se completó en 1958, a imagen y semejanza de la Torre Eiffel de París a la cual supera por trece metros, se convirtió en la estructura más alta de Japón. Y lo fue hasta que en 2012 fue destronada por Tokyo SkyTree.

PANORÁMICA DESDE TOKYO SKYTREE

Las vistas que nos ofrece nada tienen que ver con las que nos regala su hermana mayor. La Torre de Tokio está en el centro de la ciudad y al ser su altura menor podemos mirar de tú a tú a los rascacielos que pueblan el centro como Roppongi Hills. Me decidí a subir una vez había anochecido y fue una gran experiencia.

Había llovido todo el día y el cielo todavía estaba cubierto de nubes, lo cual unido a la música electrónica que tenían para ambientar la visita me regaló imágenes que no desentonarían en Blade Runner. Tengo que admitir que esta sí era la imagen que me había formado de Tokio y fue emocionante recrearla en directo.


La entrada al observatorio principal de la Tokyo Tower cuesta 900 yenes (7 euros).


PANORÁMICA DESDE EDIFICIO DE GOBIERNO METROPOLITANO

Por último, no puedo finalizar el capítulo de miradores sin mencionar los que tenemos a nuestra disposición en las torres del edificio del gobierno metropolitano. Y esta vez de manera totalmente gratuita, así que no podía desaprovechar la oportunidad.

Además, como se encuentra en Shinjuku, la panorámica que ofrece no tiene nada que ver con las que se obtienen desde las torres anteriores, las cuales, por cierto, son visibles en la distancia desde aquí.

En Tokio, como en muchas otras capitales asiáticas, las noches ofrecen todo un espectáculo de luces, con llamativos y espectaculares elementos publicitarios en las zonas comerciales. Sin duda, la ciudad nunca duerme.

SHIBUYA

Si pudiéramos colocar a Tokio en una balanza cultural, sin duda arrojaría menos peso que Kioto, pero eso no significa que no tenga atractivos suficientes para mantenernos ocupados durante un buen puñado de días. Los barrios de Shibuya, Shinjuku, Akihabara, Asakusa, Ginza y tantos otros estarán sin duda en nuestra lista de imprescindibles. Serán nuestros intereses y preferencias personales los que determinen el mayor o menor tiempo que pasaremos en cada uno.

Así, no tenemos que ser adolescentes para disfrutar de un paseo por Takeshita, una de las calles comerciales más populares de la ciudad. La marea humana que la recorre lo atestigua. Sin duda alguna, es un buen lugar para comprar camisetas o algún otro recuerdo a precios razonables.

PALACIO IMPERIAL

Tokio se convirtió en la capital de hecho de Japón en 1603, cuando el shogun Tokugawa Ieyasu la renombró Edo y la convirtió en el centro de su shogunato. Sin embargo, la capital oficial seguía siendo Kioto que era donde se encontraba la residencia del emperador.

No fue hasta 1868 cuando la restauración Meiji puso fin al periodo Edo y devolvió su nombre anterior a Tokio, que ahora sí pasó a ser la capital oficial de Japón después de que el emperador se mudara a Tokio. El área circundante al Palacio Imperial y los Jardines del Palacio, los cuales se pueden visitar libremente, constituyen un muy gratificante paseo en pleno centro de la ciudad.

También caminaremos, sin duda, por las calles de Asakusa, porque es aquí donde se encuentra el templo budista más popular de todo Tokio, Senso-ji, el cual es de los más visitados de todo Japón, con permiso de los que pueblan Kioto y Nara, obviamente.

SENSO-JI

El punto de acceso al complejo del templo lo encontramos sobre la calle Kaminarimon. La puerta  da paso a la calle comercial que desemboca en el templo. Aquí vamos a tener que lidiar con las multitudes porque es uno de los puntos preferidos para tomarse una foto.

Esto es una constante durante todo el viaje, gente por doquier, los tokiotas en su trajín diario y los turistas en el nuestro. Todos moviéndonos al son de nuestra música pero sin estridencias, por esa curiosa habilidad que han desarrollado los habitantes de Tokio para no invadir el espacio ajeno. Esto pudiera resultar paradójico después de usar el metro en hora punta pero todo se desarrolla con un civismo inusitado en otras partes del mundo.

No es extraño ver entrar en algún vagón del metro a algún espabilado cuando las puertas están a punto de cerrarse y verlo como se coloca a modo de pieza del popular juego del tetris donde parecía no existir espacio previamente, y todo ello sin escuchar por parte de ninguno de los pasajeros ningún tipo de queja o recriminación.

TOKIO

¿Y qué puedo decir del mercado de Tsukiji? No acudí a ver la subasta por lo intempestivo de la hora, porque más allá del interés cultural que pueda tener, que lo tiene, el solo hecho de madrugar, o trasnochar según sea el caso, para hacer cola a las dos o las tres de la madrugada me iba a privar del disfrute de la experiencia así que acudí más tarde cuando el mercado abre al público.

El mercado de Tsukiji es uno de los lugares más populares de Tokio. Cuando fui, alrededor de las diez de la mañana, la actividad en el que se conoce como mercado interior ya había disminuido y los trabajadores se afanaban en las tareas de recogida y limpieza.

MERCADO TSUKIJI

Es en estos momentos cuando se produce un extraño ballet en el cual los trabajadores por una parte desarrollan sus tareas mientras los turistas, por otra, caminan despistados por los pasillos, disparando fotos a los mariscos o pescados que todavía se pueden ver expuestos y obviando alguna que otra señal que dice que no se tomen fotos. Porque no estamos en el mercado de nuestro barrio después de todo, estamos en el de Tokio, una de las mayores lonjas del mundo y eso ya es razón más que suficiente para la visita.

Aquí podemos venir sin desayunar e incluso quedarnos a comer porque en el mercado exterior hay numerosos puestos y restaurantes donde podemos dar rienda suelta a nuestra gula. Recordad, estamos en el mercado de pescado de Tokio, ¿dónde vamos a encontrar un sitio mejor para comer sushi?

SHINJUKU

A pesar de la elevada densidad de Tokio, también es posible escapar del ajetreo de la ciudad paseando por alguno de sus  parques como el parque Yoyogi o el parque Ueno. Ambos son interesantes porque el primero tiene el santuario sintoísta más importante de la ciudad Meiji-Jingu y el segundo cuenta con importantes museos como el Museo Nacional de Tokio. Tengo que reconocer que no encontré tiempo para visitarlo.

MEIJI-JINGU

Eso sí, si nuestra estancia coincide con la floración de los cerezos, una fiesta que los japoneses celebran acudiendo en masa a los parques es posible que no encontremos en ellos la paz deseada. Yo estuve al inicio de la primavera, en los últimos días de marzo, con lo que todavía no había comenzado el hanami pero en el parque Ueno ya estaban preparados para ello con espacios especialmente reservados para hacer picnics.

Tokio también es un paraíso para los amantes de la arquitectura moderna pues hay obras muy destacables como el Tokyo International Forum, el centro de convenciones de Tokio, cuya estructura nos recuerda a la del casco de un barco pero una vez en el interior bien pudiera parecer que nos ha devorado un pez gigante. También hay obras brillantes entre las tiendas exclusivas de Omote-sando.

TOKYO INTERNATIONAL FORUM

Por último, no puedo cerrar mis impresiones sobre Tokio sin mencionar la comida. Tengo que admitir que antes de mi viaje a Japón mi conocimiento de la comida japonesa era más bien limitado. Ahora, aunque no me he convertido en un experto, puedo afirmar que hay vida más allá del sushi. Y, de hecho, la hora de comer era uno de los atractivos de cada jornada, no solo por el descanso que ello suponía sino porque la comida resultó ser una de las experiencias más auténticas del viaje.

La gran mayoría de restaurantes no se complican la vida y funcionan con cartas sencillas, es decir, tienen a especializarse en un plato y ese es el único que sirven con algunas variantes obviamente. Así que no es de extrañar que hasta en sitios sencillos la calidad de la comida fuera buena.

RÍO SUMIDA
SHINJUKU
SHINJUKU
SHIBUYA
ODAIBA
AKIHABARA
TOKIO

 

 

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