Hiroshima, símbolo de la Paz

El tiempo se detuvo en Hiroshima a las 8.15 de la mañana el lunes 6 de agosto de 1945. En ese preciso instante, el bombardero estadounidense Enola Gay soltó la bomba Little Boy sobre el cielo de la ciudad y esta detonó a 600 metros de altura arrasando el centro de la urbe. El mundo nunca sería el mismo, la humanidad había entrado en la era atómica.

CÚPULA DE LA BOMBA ATÓMICA

Hiroshima se convertía así en víctima del primer bombardeo atómico de la historia. La ciudad quedó reducida a escombros en un radio de dos kilómetros del hipocentro y la pérdida de vidas humanas alcanzó proporciones dantescas. Los efectos inmediatos mataron a 70.000 personas mientras que la estimación total de muertes a finales de 1945 alcanza las 140 000.

En la actualidad, Hiroshima se ha convertido en un símbolo de la Paz y de la lucha contra las armas nucleares. La imagen que todos tenemos en nuestra memoria es la del Memorial de la Paz de Hiroshima, también conocido como La Cúpula de la Bomba Atómica, el cual fue inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial en 1996.

Según la Unesco, «este sitio no sólo es un símbolo descarnado y recio de la fuerza más destructiva creada por el hombre en toda su historia, sino también una encarnación de los anhelos de paz mundial y de una supresión definitiva de todas las armas nucleares».

CÚPULA DE LA BOMBA ATÓMICA

El Memorial de la Paz había sido el Centro de Promoción Industrial de la Prefectura de Hiroshima. Fue diseñado por el arquitecto checo Jan Letzel en 1915 con un estilo europeo y los materiales de construcción, ladrillo y hormigón, así como el acero de su cúpula fueron los responsables de que sobreviviera a la explosión.

CÚPULA DE LA BOMBA ATÓMICA

En el Parque de la Paz de Hiroshima hay numerosos espacios monumentales como el Monumento a la Paz de los Niños, el Memorial por las Víctimas Coreanas de la Bomba Atómica y muchos otros como la Campana de la Paz.

También hay otra construcción que sobrevivió a la bomba, la Casa de Descanso que hoy día sirve como centro de información turística del Parque de la Paz y en su momento albergó una tienda de kimonos. Una persona que se encontraba en el sótano de este edificio fue el superviviente más cercano al epicentro de la explosión.

CASA DE DESCANSO

La visita al Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima es obligatoria. Aquí podemos ver numerosos objetos pertenecientes a las víctimas y podemos leer muchas de sus historias con lo que pone el acento en lo personal a la hora de contextualizar el horror vivido aquel 6 de agosto de 1945. Es una visita dura pero creo que no hay que pasarla por alto.


La entrada al Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima cuesta 50 yenes (40 céntimos de euro) y está abierto desde las 8.30 a las 18.00 horas de marzo a noviembre y una hora más durante el mes de agosto y el resto del año.


Además del Parque de la Paz y de todos los monumentos enclavados en el mismo, Hiroshima también cuenta con un castillo, que atestigua el esplendor que vivió en la época Edo (1603-1868), cuando era una próspera ciudad.

PARQUE DEL CASTILLO

Por razones obvias, la torre de vigilancia que vemos hoy día es una reconstrucción de la original, que quedó destruida, junto con el resto de edificaciones del castillo, aquel fatídico 6 de agosto de 1945.

Caminando por el Parque del Castillo, mientras nos dirigimos a la torre de vigilancia, nos llamará la atención un árbol cuyas ramas se encuentran apuntaladas y con el tronco protegido como se puede ver en la foto inferior. Este árbol es un testigo del bombardeo atómico y tiene el mérito de haber sobrevivido, con lo que no es de extrañar el cuidado y respeto que recibe.

ÁRBOL QUE SOBREVIVIÓ A LA BOMBA ATÓMICA

El Castillo contiene un Museo de Historia que será de especial interés para los amantes de todo lo relacionado con los samurai. Entre los objetos históricos que se pueden observar hay una importante colección de catanas y espadas.


La entrada al Castillo de Hiroshima cuesta 360 yenes (3 euros). El horario de apertura es de 9.00 a 18.00 horas de marzo a noviembre, mientras que el resto del año cierra una hora antes.


En la última planta de la torre se encuentra un mirador que nos regala unas vistas estupendas de Hiroshima, transformada en la actualidad en una moderna urbe de poco más de un millón de habitantes. En el momento del bombardeo atómico la ciudad contaba con unos 350.000 habitantes.

PANORÁMICA DE HIROSHIMA DESDE EL CASTILLO

Por todo ello, la ciudad de Hiroshima, aunque carezca del patrimonio monumental de otras ciudades de Japón como Kioto o Nara, merece una visita. Un par de días serán suficientes ya que la ciudad se puede recorrer en un día y el siguiente se puede reservar para visitar la isla de Miyajima, también declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

CENTRO

A la hora de elegir alojamiento lo más práctico será la zona de la estación que cuenta con numerosas opciones. Desde allí, podemos tomar el tranvía al Parque de la Paz y el tren a Miyajima. También hay opciones en el centro si queremos prescindir del transporte público a la hora de movernos por la ciudad ya que los lugares de interés se concentran en un área que podemos recorrer tranquilamente a pie.

PANORÁMICA DESDE EL HOTEL RIHGA ROYAL

Por último, tengo que mencionar el okonomiyaki, una especia de tortilla a la japonesa, que es una auténtica delicia y cuyos ingredientes son muy variados. La preparación se hace sobre una plancha delante de los comensales y los ingredientes pueden variar aunque siempre están presentes los fideos, soba (finos), o udon (gruesos).

El okonomiyaki de Hiroshima tiene fama en todo Japón, junto al de Osaka. Así que es un plato que no podemos dejar de probar en nuestro paso por la ciudad. Yo lo hice dos veces, la primera en un restaurante cercano al Parque de la Paz, donde sentado en la barra no solo pude disfrutar con la comida en sí sino también con la elaboración, todo un arte.

OKONOMIMURA

Posteriormente, una noche me dirigí a Okonomimura, donde un edificio alberga numerosos restaurantes especializados en okonomiyaki distribuidos en varias de sus plantas. Supongo que la calidad entre los distintos restaurantes varía pero tengo que admitir que me gustó menos que la vez anterior. No obstante, el lugar merece la pena por la autenticidad que desprende.

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